ESTUDIO BIOGRÁFICO DE UN PERSONAJE IMPORTANTE DE LA ESPE.
EL COMANDANTE ETERNO:
Gral. CARLOMAGNO ANDRADE.
"El general Carlomagno Andrade pertenece, ciertamente, a aquella estirpe de hombres que con su lucha ennoblecen su vida y que con el sacrificio, la inmortalizan".
Carlomagno Andrade durante su tiempo en funciones de Comandante General, tuvo el sueño de crear un centro de formación superior en el campo agropecuario, pensando en que este sería un aporte más para el Ecuador, en temas de desarrollo social y crecimiento económico.
Gracias a las fusiones de sus sueños y gestiones se inauguro el Instituto Agropecuario Superior Andino IASA un 4 de febrero de 1992 el cual hasta la actualidad ha podido cumplir el sueño de estudiantes que siguen el ejemplo del General Andrade.
Luego de su muerte sus sueños y proyectos no cesaron. Siguen en pie tal como su ejemplo. De esto, el IASA habla por sí solo: sueño cumplido, mi general.
Aquí haremos tributo a la memoria de el que fue precursor y patrono de nuestros sueños.
PRIMEROS AÑOS
Carlomagno Andrade nació un 30 de enero, el año de 1939 en un mundo convulsionado por extraordinarios acontecimientos.
Eran días de guerra. Los antagonismos generados por el desigual reparto del planeta entre las potencias imposibilitaban la administración política de los conflictos y las naciones se lanzaban inconscientes a la vorágine de una violencia incontrolable.
Mientras esto sucedía en el viejo y belicoso continente, en nuestro pequeño paraíso ecuatorial culminaba una más de sus incontables décadas perdidas. De crisis en crisis el Estado ecuatoriano no alcanzaba a estabilizarse.
Carlomagno Andrade Paredes nació en Quito, en el centro colonial y adusto de esta particular ciudad. En la parroquia de San Roque, en la calle Manuel Quiroga. Después, por asuntos del trabajo de su padre la familia pasó a vivir en la parroquia La Magdalena en el sur de la ciudad. Esta circunstancia le permitió realizar sus estudios primarios en la prestigiosa escuela de los Hermanos Cristianos de la Salle.
Vino al mundo en el seno de una típica familia de la clase media serrana; su padre fue don Carlos Alberto Andrade Sosa, hombre de una profunda fe cristiana y de una auténtica convicción religiosa.
Su madre, Isolina Paredes Vela, nacida en la pequeña población de Tanicuchi, provincia de Cotopaxi, fue una mujer piadosa. Aceptaba haber sido estricta en la formación espiritual de sus hijos, de los cuales prefirió a Carlomagno, seguramente por ser el primero, por las bondades de su carácter y también por su permanente ausencia, desde los días de su vida de interno en el Seminario hasta los largos períodos que debió servir en todos los rincones del País.
Los abuelos paternos de Carlomagno fueron Fidel Andrade Balseca y Lucinda Sosa Gallardo; por parte de su madre, Timoteo Paredes Merino y Victoria Yánez. Todos los apellidos de sus ancestros son de familias de antiguo asentamiento en la sierra centro y norte del Ecuador.
SUS AÑOS DE EDUCACIÓN
Los años en los que transcurrió su infancia fueron preponderantemente bélicos. Cuando ingresa a la escuela primaria ha vivido la mitad de esa década trágica que fue testigo de la segunda guerra mundial. Nuestro país ha sufrido la aleve e injustificada invasión peruana.
La excelente educación brindada por los Hermanos Cristianos, mezcla en su espíritu sentimientos místicos e insatisfacciones cívicas que conformarán su carácter hasta los días finales de su existencia. Admira la edificante vida del patrono de su Escuela, el hermano Miguel, cuyo ejemplo es motivante para los niños educados bajo la Imagen tutelar del Santo cuencano. Es consagrado a la Dolorosa del Colegio de la Compañía. Conoce también desde esa misma tierna infancia la historia trágica de la patria mutilada y escucha de sus abnegados maestros los relatos de dolor y heroicidad de los episodios ejemplares vividos en la frontera. En los juegos, como es usual en los niños de la época, reedita los combates de los esforzados soldados y por lo menos en ellos ganan los ecuatorianos, porque cada soldado compatriota vale por siete "guayruros", como se apodaba entonces a los peruanos.
Don Carlos, su padre fue un hombre de profundas convicciones religiosas. Es entendible, por lo mismo, que habrá deseado, muy íntimamente, que su primer hijo sea sacerdote. Así, en 1952, Carlomagno ingresa como interno al colegio Loyola, de los padres jesuitas. La vida del internado es de intensos estudios, de estricta formación religiosa y de sostenidos esfuerzos físicos. Allí comienza a formarse en esa austera y estricta disciplina que fue característica de su vida. Durante aquel período, cada semana, los días domingo, la familia emprende el paseo hacia el Seminario, ubicado en Cotocollao, entonces pequeño pueblito aledaño a Quito, hoy uno de sus barrios, para pasar con su hijo las cortas horas permitidas para las visitas.
Las vacaciones del colegio coinciden con el período ordinario de sesiones del Congreso Nacional. Consciente de la necesidad de contribuir al sustento de la familia, consigue emplearse como mensajero. El trabajo consiste en hacer pequeños encargos para los legisladores: llevar correspondencia y otras tareas de similar naturaleza. A cambio recibe propinas que dependen, más que de la dificultad de los trabajos, de la generosidad de los senadores y diputados. En los momentos en que no está realizando algún encargo escucha atento las intervenciones de los legisladores y comienza a hacerse su propia imagen de la política nacional, de los problemas que soporta el país y de las noticias que llegan del exterior.
En el mundo ha comenzado la guerra fría.
El país ha vivido un período de relativa estabilidad política, estructurada sobre el auge de las exportaciones bananeras. Ha sufrido uno de los acontecimientos más trágicos de su penosa historia y todavía es incapaz de recuperarse de los efectos del pavoroso terremoto de Ambato. Galo Plaza termina su período presidencial y Velasco Ibarra triunfa por tercera ocasión, para dirigir el país como presidente de los ecuatorianos, la única que culminará normalmente. Estos temas y las Intervenciones magistrales de algunos legisladores motivan interesantes reflexiones y comentarios del joven Carlomagno en las reuniones familiares.
Comprende que su vocación no es la de la vida religiosa y sale del Seminario. Ingresa al Instituto Nacional Mejía. Cursa en él solamente un año lectivo. Pasa luego al colegio normal católico "Carlos María de la Torre", en el cual termina el tercer curso de bachillerato, con la firme decisión de plantearles a sus padres su interés por ingresar al Colegio Militar, para enrolarse en la carrera de las armas.
En esos días la familia Andrade vive en la calle Rumipamba, en la casa número 444. Son cinco hermanos: Carlomagno de 17 años, Mario de 14, Héctor Aníbal de 11, Wilson de 7 y Ruth de 5.
Entonces, como hoy, no era fácil ingresar en el Colegio Militar. La selección era rigurosa y se necesitaba realizar gastos significativos para la adquisición de uniformes y equipo. Carlomagno planteó a sus padres su interés por ingresar en la carrera militar. Ellos le apoyan.
En el certificado de buena conducta presentado al Colegio, por alguien cuya firma es difícil descifrar, se puede leer lo siguiente: "...certifico que conozco a dicho aspirante, como también a sus padres que tienen a su favor una vida de total consagración al trabajo y educación de sus hijos, siendo el aspirante en mención estudiante serio, franco, dotado de carácter enérgico, de probada rectitud, honorabilidad y de muy buena conducta, cualidades que pueden hacer del peticionario un muy buen cadete del Colegio Militar..."
Como se ve que, en efecto, esta persona conocía muy bien a la familia Andrade Paredes, porque sus afirmaciones resumen de manera fiel los méritos que les adornaron y que aún hoy día les caracteriza. No se equivocó, además, al pronosticar que el joven Carlomagno llegaría a ser un muy buen cadete, porque en efecto lo fue durante los cinco años de su paso por el Colegio Militar "Eloy Alfaro."
CARLOMAGNO ANDRADE, CADETE
Pasadas todas las exigentes pruebas físicas, intelectuales, sicológicas, médicas y las consecuentes entrevistas de la familia por fin, el 14 de Octubre de 1956, fue dado de alta como cadete del Colegio Militar.

La vida del Cadete era de casi completo aislamiento. Nunca se leía un periódico, no se podía tener una radio, tampoco existía la televisión. Solamente el día domingo el Cadete se enteraba de los acontecimientos de la semana.
Carlomagno fue un muy buen Cadete. Todos quienes lo conocimos en aquella época lo recordamos como un joven serio, responsable, reservado, que ejercía la autoridad con los cadetes de los cursos inferiores sin acudir al abuso y la arbitrariedad, tan comunes en jóvenes que tenían un poder que generalmente no correspondía a su edad y grado de madurez. Nunca se le conoció un acto innoble; siempre se mostró comedido, respetuoso y cortés.
Como estudiante fue normal. Excepto el cuarto año en que tuvo que presentarse a rendir exámenes supletorios, los demás los aprobó sin ninguna novedad. El 25 de julio de 1959 obtuvo su título de bachiller.
Carlomagno fue designado como instructor de una escuadra de reclutas y lo hizo en términos sobresalientes, con extremada dedicación y con algo que sería característico en su forma de Ejercer el mando, esto es con el ejemplo y velando por el bienestar de los hombres colocados bajo su responsabilidad.
En las paradas militares destacó como Tambor Mayor y en esa condición viajó a la ciudad de Méjico, en 1960, con ocasión de las celebraciones patrias en el sesquicentenario de la independencia del gran país hermano. Allí provocó los más elogiosos comentados en todos los medios de comunicación por su gallardía y porte militar. La pequeña delegación ecuatoriana fue la más aplaudida durante los desfiles y otras presentaciones.
En aquella época, como parte de la lucha anti-soviética, el ejército norteamericano comenzó a entrenar en forma sistemática a los militares latinoamericanos. Llegó entonces, designado como instructor del Colegio Militar, el teniente Cristóbal Navas, recientemente graduado como comando en los Estados Unidos. Ese ejemplar oficial organizó Inmediatamente un curso de comandos para los cadetes del primer curso militar. Carlomagno se graduó en dicho curso el 21 de mayo de 1960. Este fue su primer contacto con el entrenamiento de Fuerzas Especiales, a las cuales se entregó años después, con verdadera pasión.
Carlomagno fue un muy buen deportista, destacó en las prácticas de casi todos los deportes; fue, además, un hombre de extraordinaria resistencia física; un atleta bastante completo.
El último año como alumno del Colegio Militar fue ascendido a sub-brigadier y asignado para servir en el arma de Infantería. En este año el mando de los cursos de Cadetes y su instrucción militar recaen, en gran medida, en el Cuerpo de Brigadieres. En el desempeño de las nuevas funciones mantuvo el comportamiento digno y sobrio, característico de su personalidad.
CARLOMAGNO ANDRADE, OFICIAL SUBALTERNO
El 10 de Agosto de 1961 en solemne ceremonia frente al Templete de los héroes de la Patria, el presidente Velasco Ibarra entregó el sable de mando y los despachos de subteniente del ejército a Carlomagno Andrade Paredes.
Su primera destinación fue a la frontera sur-occidental.
. Fue buena la experiencia de Carlomagno en Arenillas. Tuvo buenos comandantes y exigentes capitanes que completaron lo que el Colegio no había realizado.
De esa época data la pasión de Carlomagno por la lectura. Desde entonces fue su Imagen la de un alto y magno oficial con el libro siempre bajo el brazo. De entonces data también el amor por su pueblo y el interés por las tribulaciones de esos rincones lejanos y olvidados, que supo apreciar y compartir.
De esa época data la pasión de Carlomagno por la lectura. Desde entonces fue su Imagen la de un alto y magno oficial con el libro siempre bajo el brazo. De entonces data también el amor por su pueblo y el interés por las tribulaciones de esos rincones lejanos y olvidados, que supo apreciar y compartir.
En 1.963 recibió el pase a la Unidad de Infantería que tiene su sede en Tulcán. En ese entonces era la Compañía No29 "Mayor Molina". Allí, además de la instrucción de los soldados y conscriptos, se le encomendó, también, el entrenamiento de los colegios para los desfiles y ceremonias propias del régimen educativo secundario. Fue entonces cuando conoció y se enamoró de quien llegaría a ser su querida y abnegada esposa, Magdalena Ruiz.
Para Carlomagno, a pesar de encontrarse absorbido por las múltiples tareas de una profesión en la que apenas se iniciaba, los años de la progresista Junta Militar no pasaron inadvertidos; le permitieron elaborar sus propias conclusiones sobre la política y sobre participación de los militares en el gobierno.
Una de las actividades que más le agradó realizar a Carlomagno fue la educación. Fue un educador toda la vida, y lo hizo con su ejemplo. Esa vocación y aptitud de maestro fue reconocida por los superiores desde muy al inicio de su carrera y, en los primeros meses de 1965, fue destinado al Unidad insignia del arma de Infantería. el Batallón Escuela "Vencedores". Allí se desempeñó como instructor de los cursos de perfeccionamiento de sargentos y suboficiales. Obtuvo su ascenso al grado de teniente en junio de ese mismo año.
SU VIDA PERSONAL

Era un gran profesional, todos los superiores y compañeros lo estimábamos en alto grado. A pesar de su característica reserva, estaba siempre atento a participar en todas las actividades de esa vida intensa que llevábamos en el Colegio. Intensa en lo militar, en lo deportivo, en lo cultural, en lo social, en lo académico.
También los profesores le tenían especial estimación. Nos reuníamos con ellos en algún descanso entre las clases y departíamos sabrosamente con gente tan inteligente y brillante, aprendiendo de su experiencia y de las dotes sobresalientes que debían reunir aquellos que tenían el privilegio, por ellos siempre reconocido, de ser elegidos para enseñar en aquel que fue, sin lugar a duda, uno de los primeros, sí no el primero de los centros de educación del país.
Sus cadetes le mostraron siempre gran respeto y estimación. Se sentían orgullosos de militar bajo su comando; fue uno de los más destacados instructores, en una época en la cual la flor de la juventud de oficiales formaba en las filas del Colegio Militar.
En agosto de 1968 Iniciaba un curso de paracaidismo para los cadetes. Solicitamos juntos la posibilidad de realizarlo. El cupo fue solamente para uno y, en razón de que faltaba poco para que Carlomagno fuese llamado a realizar el Curso Básico de Infantería, nuestro exigente subdirector, el entonces teniente coronel Oliverio Vásconez, lo eligió.
Durante el tiempo del curso lo vimos muy poco. Algún fin de semana que visitaba el Colegio. Con el corte de pelo estilo cadete, enflaquecido por el enorme esfuerzo físico, quemado por los fuertes soles veraniegos, preocupado de alcanzar las soñadas alas de paracaidista y feliz de saber de qué estaba a punto de lograrlo.
Eran épocas en que había que tener mucha suerte para ser designado como alumno, más aun para el ingreso, y muchas virtudes para culminar el curso.
En 1968, Carlomagno ingresó al Curso Básico Infantería, paso previo a su ascenso al grado de capitán. Para entonces tenía ya sus dos primeros hijos: Alvaro Fernando, nacido en noviembre de 1967 y Carlos Iván, en diciembre de 1968. Culminó sin ningún problema el exigente curso y fue designado a prestar sus servicios en el Batallón de Selva No.11 QUITO, en Jesús Pitishca, a orillas del río Curaray.
Viajó al Curaray con toda su familia. El viaje de Quito a Pastaza o Shell Mera, como se conocía entonces a dicha población, por la vieja carretera de Ambato, en bus; de Pastaza en un avión de Transpones Aéreos Orientales -TAO- piloteado por el legendario capitán Ruales a la pequeña pista de Jesús Pitishca.
Si la vida resultaba Interesante para los militares, entrenados para soportar los rigores de la vida en la selva, no sucedía lo mismo con la familia, que soportaba estoicamente el abandono y los frecuentes sobresaltos. Para Magdalena y sus tiernos hijos fue ésta una de las tantas experiencias duras e inolvidables en que tuvieron que compartir la vida con su esposo y padre.
El tiempo de servicio en la frontera amazónica fue una prueba de las virtudes profesionales de Carlomagno Andrade. Es en los momentos difíciles, en las horas de privaciones y aislamiento cuando afloran esos valores que se nutren de la vocación auténtica y cuando se mide al militar en su verdadera dimensión. Pero fueron también tiempos fértiles y de cultivo físico y espiritual. En ningún otro lugar como allí pudo dedicar tanto tiempo a la lectura y a cultivarse profesionalmente. Del Curaray Carlomagno salió fortalecido física y moralmente.
Una vez que recibió su ascenso al grado de capitán, fue trasladado a Quito como ayudante del director de la Academia de Guerra. Este, el más alto centro de estudios del ejército, constituye, además, un centro de opinión profesional muy Importante y muy respetado.
Carlomagno Andrade había terminado de presentarse en su nueva Unidad, cuando se produjeron los acontecimientos.
Fracasó inicialmente el movimiento institucional y los miembros de la Academia de Guerra fueron dados de baja y los líderes encerrados en el Penal. La reacción unánime e Indignada del ejército obligó a Velasco Ibarra a dar paso atrás, dejar insubsistente la baja de los oficiales, entre ellas la de Carlomagno, y a reemplazar al Ministro y mando del ejército. La presunta dictadura civil de cuarenta años que proclamaban los Velasquistas quedó en proyecto y el gobierno, debilitado por enfrentamientos provocados por sus propios errores, comenzó a vivir una lenta agonía. Era el seis de marzo de 1971.
Después de este episodio de feliz conclusión, Carlomagno nuevamente fue designado para que preste sus servicios en la ciudad de Tulcán, en el Batallón de Infantería No.39, En ese reparto permaneció por el lapso de un año dos meses.
El gobierno militar significó para el capitán Carlomagno Andrade el paso por la Contraloría General de la Nación y, luego, por el flamante Instituto de Altos Estudios Nacionales, dirigido entonces por el señor general Mantilla y que funcionaba en las instalaciones del Palacio Legislativo que obviamente, se encontraba sin sus naturales ocupantes. Como ayudante del mencionado general permaneció unos pocos meses y, en esa condición, acompañó al Instituto en su viaje realizado como gira de estudios de fin de año a la hermana república de Colombia.
En julio de 1973 había comenzado en el ejército un interesante programa de instrucción agraria dedicado a los jóvenes campesinos, con el fin de, no solamente formarlos como buenos soldados, sino también de perfeccionar sus aptitudes agrícolas. Carlomagno fue designado a servir en CAME-3, proyecto que se desarrollaba en terrenos próximos a la ciudad de Nueva Loja, mejor conocida como Lago Agrio. Antes de su incorporación se le envió a Israel a realizar un curso de capacitación de tres meses. Dos cosas obtuvo Carlomagno de ese viaje: primero, una enorme admiración por el pueblo judío y el Estado de Israel y, segundo, una afición perdurable a las actividades del campo.
SU PASION POR LA AGRICULTURA
Para Carlomagno, Israel representaba lo que podía hacerse del Ecuador, país pequeño, pero lleno de recursos, si se organizaba y capacitaba a su población. Cada vez que hablábamos de esos temas él insistía, con todo convencimiento: "Solamente capacitando a nuestra población podremos salir de la postración en que nos encontramos. La Educación es la clave dc nuestro progreso."
De la misma manera consideraba a la agricultura la clave del desarrollo de nuestro país. Su hijo Carlos Iván, fallecido junto a su amadísimo y admirado padre, estudiaba en el Zamorano, en gran medida por su positiva influencia y él mismo no descansó hasta poderse comprar un pequeño pedazo de terreno en las cercanías de la ciudad capital. Soñaba que cuando, por fuerza del tiempo, tuviese que abandonar su entrañable ejército y pasar a la reserva, podría dedicar su vida al trabajo en el campo y todo el tiempo restante a su otra pasión, la lectura.
El retorno de Israel significó para Carlomagno una experiencia inolvidable. Solicitó un mes de permiso y con muy pocos dólares en el bolsillo, pero con una enorme sed de aventura y conocimiento paseó por la vieja Europa.
En abril de 1974 fue designado para realizar el Curso Avanzado de Infantería, previo a su ascenso al grado de mayor. En ese Curso tuve la satisfacción (dice Moncayo) de ser su profesor, en la materia de Táctica Ofensiva.
CARLOMAGNO ANDRADE, OFICIAL SUPERIOR
Terminó su Curso en agosto de 1974 y fue luego designado a CAME -1, en el Valle de los Chillos, muy cerca de la ciudad de Quito. Allí ascendió al grado de mayor y, requerido por la Escuela de Perfeccionamiento de Oficiales, fue dado el pase a dicho Instituto, como profesor, en abril de 1975.
Fue profesor de Táctica y lo hizo muy bien; sus alumnos recuerdan la enorme dedicación que le puso a la cátedra, tarea siempre complicada, tratándose de alumnos capitanes, profesionales experimentados y exigentes con sus profesores.
Encontrándose de profesor en la Escuela de Perfeccionamiento, inició estudios en la Escuela Politécnica del Ejército. Se matriculó en Ingeniería Industrial, y posiblemente habría culminado esa carrera de no mediar acontecimientos institucionales que motivaron un nuevo pase a la frontera.
Sucedió que, encontrándose en el desempeño del profesorado en Escuela de Perfeccionamiento, se produjo el intento de golpe de Estado protagonizado por el señor general González Alvear, con la consecuente satisfacción y disfrazado auspicio del poder económico, de las empresas; petroleras y de los propios Estados sedes de dichas empresas.
Carlomagno estuvo entre los oficiales que sin esperar nada para sí, pero con la disciplina y el valor que habían cultivado en largos años de vida militar, supieron plantear, a riesgo de inclusive perder su carrera, a 1os mandos militares, sus opiniones sobre el futuro de la Institución y del país. Carlomagno Andrade perdió su oportunidad de continuar de profesor en la Escuela de Perfeccionamiento de oficiales, su única oportunidad de realizar los estudios politécnicos, pero no lo lamentó porque tuvo, en cambio, la honrosa ocasión de comandar su querido Batallón No.1 CONSTITUCIÓN, en el cual había comenzado su carrera profesional, en la pequeña pero acogedora población de Arenillas. Era el mes de abril de 1976.
En ninguna otra función como en el comando de una Unidad se prueba la capacidad profesional y las virtudes del Jefe militar. Y esta prueba permitió a Carlomagno demostrar sus enormes capacidades de líder militar, de excelente administrador y de hombre comprometido con los intereses de la comunidad. El Batallón cambió sustancialmente en su infraestructura física, en sus planes de empleo, en su motivación, en su desempeño profesional y en su Integración con la población civil.
El distinguido coronel Carlos Vasco, requerido de revisar los libros de relatoría del Batallón envió un listado de las principales acciones realizadas en el comando de Carlomagno en el período 1976-1977. Construcciones de aulas de instrucción, piscina, micromercado, programas de arborización cursos de capacitación agrícola y artesanal para el personal militar, trabajo de infraestructura del campamento, trabajos con la comunidad y un enfrenamiento arduo de la Unidad para el cumplimiento de sus misiones son algunos de los aspectos que han quedado registrados.
En la orden general del 2 de septiembre de 1977 fue designado alumno de la Academia de Guerra del Ejército. Hizo uso de su permiso anual para prepararse para los exigentes exámenes de ingreso y los pasó sin problemas. Los dos años siguientes fueron de sacrificado estudio, de agotadoras jornadas, en ciertos momentos, de frustrantes experiencias, pero, asimismo de gran perfeccionamiento profesional.
Su ascenso a teniente coronel lo obtuvo mientras se encontraba como alumno, en julio de 1979. En agosto se tituló como oficial de Estado Mayor y fue trasladado al Grupo de Fuerzas Especiales en Quevedo. En enero realizó el curso de Jefes de Salto, una especialidad más en el paracaidismo que le apasionaba; posteriormente, en reconocimiento a su acrisolada honradez, a su escrupulosa conducta en el manejo de los recursos de Estado y a la enorme confianza que su presencia infundía en los mandos y en sus compañeros, fue designado para prestar servicios en la Policía Militar Aduanera, cargo por demás delicado que lo supo ejercer dignificando a la institución aduanera y representando sobresalientemente al ejército.
De la Policía Militar Aduanera, pasó en julio a la Academia de Guerra como profesor; volvimos a encontrarnos ya estrechar más aún nuestra vieja mistad, nuevamente en el desempeño de la difícil y exigente cátedra. Esta vez con alumnos mayores y tenientes coroneles, demostró la misma dedicación, esfuerzo y capacidad que en sus tiempos de profesor en la escuela de Clases, en el Colegio Militar y en la Escuela de Perfeccionamiento de Oficiales.
CARLOMAGNO ANDRADE EN EL CONFLICTO BÉLICO DE PAQUISHA (1981). ENTRE ECUADOR Y PERÚ

Los gobiernos de los dos países acordaron desmovilizar y desconcentrar las fuerzas en contacto en la Cordillera y el ejército ecuatoriano emitió el plan respectivo que se ejecuté a partir del 20 de marzo. Cumplida su misión con toda dedicación y afán patriótico, Carlomagno Andrade se reincorporó a la Academia de Guerra en la cual continuó, por un tiempo más como profesor.
El fatídico 24 de Mayo de 1981, el día en que el presidente Roldós Aguilera falleció en fatal accidente, cuando viajaba a la ciudad de Macará, el gobierno reconoció los méritos del teniente coronel Carlomagno Andrade otorgándole la condecoración más alta y deseable, la Cruz al Mérito de Guerra, única presea que, con modestia, siempre lució en su uniforme militar.
CARLOMAGNO ANDRADE, OFICIAL GENERAL DE DIVISIÓN Y COMANDANTE GENERAL DEL NOBLE EJÉRCITO ECUATORIANO
En agosto de 1990, el Consejo de Generales, en reconocimiento sus méritos, recomendó su ascenso al grado de general. Dicho ascenso lo recibió con el beneplácito general del ejército. en especial de sus soldados, que lo conocían y por lo mismo lo aprecian muchísimo. Lo recibió también con su particular modestia, sin que la culminación de tan esforzada como difícil carrera motivase ningún cambio en sus austeros hábitos, sino, por el contrario, sintiéndose más obligado que nunca a entregarse por entero al cumplimiento de sus obligaciones militares.
En agosto de 1990, el Consejo de Generales, en reconocimiento sus méritos, recomendó su ascenso al grado de general. Dicho ascenso lo recibió con el beneplácito general del ejército. en especial de sus soldados, que lo conocían y por lo mismo lo aprecian muchísimo. Lo recibió también con su particular modestia, sin que la culminación de tan esforzada como difícil carrera motivase ningún cambio en sus austeros hábitos, sino, por el contrario, sintiéndose más obligado que nunca a entregarse por entero al cumplimiento de sus obligaciones militares.
Como general, pasó a ocupar la Dirección de Personal del ejército. Dedicó entonces toda su atención al bienestar de los oficiales y tropa, castigados, como el resto de ecuatorianos de ingresos fijos y modestos, por la crisis económica del país. Yo fui en esos meses Director de Educación y tuve el honor de volver a ser su compañero de trabajo, ahora en el Estado Mayor de la Fuerza Terrestre; esta situación me permitió ser testigo, una vez más, de la forma dedicada y profesional con que supo desempeñar todas funciones que le confió la superioridad militar.
Carlomagno concedió la mayor importancia a su permanente superación personal, en el espíritu de lo inculcado desde su juventud en el Colegio Militar: "Mente sana en cuerpo sano" y lo que cada día cantábamos, en una de las estrofas del himno al cadete.
"En la ciencia templamos las armas, que definen la lucha mental y en la fuerte armonía del cuerpo compendiamos el griego ideal" Como en el trabajo de oficina la posibilidad de mantenerse físicamente en condiciones óptimas eran muy escasas, tomó la costumbre de ir al trabajo caminando y trotando. Su domicilio está ubicado cerca del Hospital Metropolitano y llegar así hasta el Ministerio de Defensa era una muy buena forma entrenamiento.
Venía por distintos recorridos y, cuando pasaba cerca de alguna iglesia, se detenía y entraba en ella por breves minutos con toda devoción. Los fines de semana, en cambio, madrugaba con sus hijos y realizaba sus ejercicios en las laderas del Pichincha. Así se mantenía siempre apto físicamente y conservaba su excepcional estado físico. En los exámenes ergométricos anuales causaba asombro la resistencia extraordinaria para un hombre de su edad.

En noviembre de 1991 fue ascendido al último grado del escalafón profesional no sujeto a la selección del poder político. Culminó así su esforzada carrera, como General de División del noble ejército ecuatoriano.
Luego del triunfo electoral y posterior ascenso a la Presidencia de la pública, el Sr. arquitecto Sixto Durán Ballén, tuvo el acierto de, en cumplimiento estricto de las leyes militares y en reconocimiento de sus múltiples virtudes personales y profesionales, elevarle a la alta dignidad de Comandante General de la Fuerza Terrestre.
No necesitó sino apenas esos escasos tres meses que le concedió la Providencia al frente del ejército, para darse a conocer en todo el país y para alcanzar un verdadero liderazgo cívico a nivel nacional.
Puso especial atención en lograr la máxima eficiencia en la operatividad del ejército, o para el cumplimiento de sus misiones. Me volvió a deparar la suerte, el privilegio de reemplazarle en las funciones de Director de Operaciones y de acompañarle y colaborar con su Comando desde esa apasionante Dirección. Fui, por lo mismo, una vez más, testigo de la dedicación devota que puso en el cumplimiento de sus deberes de Comandante y como el primer soldado del ejército.
Al poco tiempo de haber asumido las funciones de Comandante General, realizamos, conforme a la programación anual, maniobras con las Brigadas de Selva en la región amazónica. La sede de la Dirección del Ejército era el Fuerte Militar de Pastaza. En esos días se entrenaba en el mismo lugar el equipo de Salto Libre del Ejército para competir en Colombia donde obtuvo el campeonato y varias preseas en distintas categorías y pruebas. En dos ocasiones, al término de la tarde, Carlomagno se unió a las prácticas. Me invitó a acompañarlo en el avioncito Araba, desde el cual realizaban los saltos, así que fui con ellos a observar el lanzamiento. Los cantos para darse ánimo, el rostro preocupado, cada salto es un riesgo y, llegados a la altura correspondiente, abajo. Le acompañaba siempre el mayor Granda Arciniegas, un experimentado paracaidista, y su ayudante el teniente coronel Terán. Los dos murieron con él, meses luego en un accidente.
En la segunda tarde de salto se golpeó el rostro con una pieza del equipo que se había aflojado y se lastimó levemente. Los compañeros, en la noche, en los comentarios, me decían: "Aconséjale, ya no es conveniente que siga tomando estos riesgos innecesarios". Yo les respondí que estaba de acuerdo con ellos pero que era imposible pedirle que deje de realizar una actividad que le gustaba tanto y que, a la vez, le permitía dar ejemplo a sus subordinados.
También en esos días, se produjo uno de los tantos incidentes fronterizos con el Perú, cuando una patrulla del ejército de ese país tomó contacto con un destacamento ecuatoriano en la zona no demarcada. Entonces le vi actuar con su característica presteza e inteligencia. Tomó contacto directamente con el comandante de la Fuerza Terrestre peruana con dicha autoridad arregló inmediatamente el problema, sin que llegue a agravarse ni a conocimiento público en los dos países. Sólo cuando ya el problema estuvo resuelto informó a las autoridades superiores. como debe actuar un comandante en ese nivel.

Recordando sus experiencias como Director de Personal inició los estudios para tratar de financiar un intenso programa de vivienda fiscal y para lograr vías de solución al grave problema de la vivienda particular, fuera totalmente del alcance de los militares, en condiciones mínimas de dignidad, por los altos costos de la construcción y los bajos salarios que se perciben.
En las relaciones con los países del hemisferio, mantuvo intensos contactos profesionales con los mandos de los Estado Unidos de Norte América y con las hermanas repúblicas de CHILE, Colombia, Brasil , países que visitó y en los que representó con capacidad, decoro y dignidad a nuestro país y en particular a nuestro ejército.
En fin, hizo tantas cosas en tan poco tiempo, que es justo especular sobre lo rico y productivo que habría sido su comando para la Institución y el país, de haber durado los dos años reglamentarios.
8. CARLOMAGNO ANDRADE FALLECE EN ACCIDENTE AÉREO
"El fatídico 10 de diciembre, en la mañana, asistíamos (dice Moncayo) todos los generales y oficiales superiores de la Comandancia del Ejército a un Seminario para discutir los avances del proyecto de planeamiento institucional conocido como "EJERCITO 2000." Nos acompañó casi hasta el medio día. Antes de abandonar la Academia de Guerra, lugar en que se desarrollaba el importante evento, me llamó a un lado para decirme que le parecía bien la orden impartida por mi Dirección de que en cada Unidad se desarrollen viveros forestales de producción de plantas y para la instrucción de los conscriptos y estudiantes, pero que ampliara su alcance de modo de que en todos los campamentos militares, incluidos los más alejados destacamentos, se construyan estas instalaciones. Le indiqué que su disposición sería cumplida de inmediato y nos despedimos con un abrazo."
Carlomagno deseaba ir personalmente a presenciar un ejercicio de entrenamiento que se realizaba en esos días en la Provincia de El Oro y, de paso, a participar de un salto libre operacional con paracaidistas ecuatorianos y norteamericanos.
Fueron con él apreciados amigos y compañeros paracaidistas y, en el último momento, su querido hijo Carlos Iván, El programa de saltos se retrasó por las condiciones atmosféricas. Bien entrada la tarde emprendieron el viaje de retorno, el fatídico viaje que terminó en tragedia.
Después de un día de intenso trabajo, abandonamos ya tarde la Academia de Guerra. Llegué a mi domicilio justamente a la hora de las noticias. El periodista Diego Oquendo detuvo la transmisión regular de programación para anunciar que un avión del ejército se había estrellado en el sector de la avenida Gonzáles Suárez (sector residencial, burgués de Quito), en su aproximación al aeropuerto. Más que un presentimiento, la certeza de saber que era el suyo el único avión volando hacia Quito me heló el alma... Se había escrito el último episodio de una vida fecunda y honesta, el último capítulo de una historia ejemplar Para mí constituía la pérdida irreparable de un entrañable amigo, para el ejército y para la patria la desaparición de uno de sus mejores militares y ciudadanos.
TUMBA Y LAPIDA DEL GRAL. CARLOMAGNO ANDRADE Y SU HIJO
El Gral. Carlomagno Andrade fue enterrado en una tumba común con su inseparable hijo Carlos Iván Andrade.
La tumba se encuentra en el cementerio "el Batán", en Quito - Ecuador, en ese mismo sector, conjuntamente se encuentran las otras tumbas de todos los oficiales, comandos élite, fallecidos en aquel fatídico "dizque accidente" del 10 de Febrero de 1992.
Carlomagno Andrade dijo en vida:
"Qué privilegio más grande morir por la patria, con el uniforme puesto, en, la línea de batalla, para ser merecedor de la confianza y los presentes de su pueblo!"
"Dios, el ejército y su pueblo hicieron posible su sueño: murió con el uniforme puesto en actos del servicio y con un alto pensamiento en su mente, el supremo pensamiento de la Patria."
ESCRITOS DEL GRAL. CARLOMAGNO ANDRADE
POEMA "LA RENUNCIA"
LA RENUNCIA
Autor: Carlomagno Andrade
Presentado correctamente
un esbelto paracaidista, con voz firme y muy segura dice sin prisa ni apremio: Pido a usted, mi General, en la forma más resuelta se me tramite la baja por ser ese mi deseo.
Se le tramite la baja, Teniente,
¿por qué el pedido?. El joven alto y esbelto contesta sin titubeo: Toda mi vida amé el orden y amé los afanes rectos; respeté la historia nuestra, anhelé lo bueno y bello. Esta manera de ser, todos estos sentimientos me trajeron al Ejército.
Más siento que hay injusticias
que me taladran el alma, la mayor parte del tiempo estoy lejos de los míos y de mis hijos pequeños, además que mi salario no alcanza para el sustento.
En algún otro trabajo
tendría un mejor ingreso, mucho menos sacrificios y muchísimo más tiempo.
El General presintiendo
el doloroso tormento en que se encuentra el Teniente, expone sus pensamientos: ¡Renunciar al sacrificio y faltar al juramento, es la senda más sencilla, es el más flojo concepto para evadir las entregas y vivir de los supuestos! ¡La fe de una vocación inspira nuestro camino, en medida a los problemas que vencemos con empeño, en medida a las victorias que vivimos un sueño, en medida que entregamos músculo, sangre y aliento!
¡Ser militar no es buscar
la confianza en el ascenso, o escuchar la adulación pasajera del dinero, o traicionarse a sí mismo por tener dudas o miedo!
¡Ser militar es poder exclamar
con voz de adentro no tengo fortuna ni oro, ni lujos ni privilegios, ni me asustan amenazas ni me asombran los destellos! ¡Yo sólo tengo una meta y un infinito deseo, mantenerme siempre honesto y despedirme sereno, y poseer en mi espíritu lealtad a un juramento. voluntad que no se rinda, fe en lo que hago y profeso. antorcha que no se apaga y un inmaculado grito por robustecer la patria y defender a su pueblo!
¡Si usted joven Teniente
no tiene esto en su pecho, es mejor que se retire a la luz de otros senderos!
La estancia del Comandante
quedó en profundo silencio, el segundero sonaba, el minuto se hizo eterno.
Pálido y como de piedra,
el joven paracaidista miró fijo al Comandante y dijo con voz de adentro: General, pido permiso para abofetear mis temores y retirar mi pedido por el cual yo me avergüenzo. Nací para ser soldado y siento orgullo de serlo, vestiré el camuflaje hasta cuando quede muerto.
Por la ventana entreabierta
ingresó un soplo de viento, ondeó la bandera patria y suspiraron dos pechos. |
CARLOMAGNO ANDRADE ESCRIBE A SU HIJO
Carlos Iván idolatraba a su Padre. Quiso seguir su misma carrera. Alcanzó su admisión como alumno en la Escuela Militar (ESMIL). Tuvo problemas, terminó el curso y se decidió por otra actividad que le agradaba tanto como a Carlomagno, la agrícola.
Cuando Carlos Iván comunicó a su padre su decisión de entrar a la Escuela Militar, éste le respondió con una carta en la que quedaron recogidas las ideas que el tuvo sobre la carrera militar y en la que dejó tratada la forma como él sintió y vivió la vida militar.
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ANEXOS
Vídeo de su vida: https://www.youtube.com/watch?v=F6-e9z27hwc&feature=youtu.be
Libro a su memoria. Carlomagno Andrade. Una vida ejemplar https://issuu.com/anahimi/docs/general_carlomagno_andrade_una_vida
Nos agradó mucho hacer esta biografía investigativa sobre Carlomagno.. Muy bien hecho amigos..!
ResponderEliminarConocer sobre la biografía de Carlomagno y todo lo que fue nos gusto a todos ya que compartimos ideas sobre su vida, entre los miembros del grupo felicitaciones amigos.
ResponderEliminarChicos me parece super interesante, la biografía que escogieron, y continuen adelante, recuerden hacer sus comentarios
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